viernes, 18 de junio de 2010

Las Bostonianas, de Henry James


El actor que se propone participar en una remasterización de una vieja película corre el riesgo de realizar una descabellada y barata reproducción imitativa de la primera. Lo mismo ocurre cuando uno se propone comentar en su blog un clásico de la literatura, más por el renombre e importancia de su autor que por la popularidad de la obra en sí, en este caso. Porque Las Bostonianas en su momento fueron motivo de censuras, por su contenido harto evidente homosexual. Henry James lo era. Homosexual. Pero no se propuso hacer una simple denuncia, una recreación de su sexo reprimido ni una novelilla floja de interés erótico, sino que hizo lo que hoy casi parece imposible para los autores no heterosexuales, supo aprovechar un tema a sabiendas de su controversia y su interés antropológico. No hace falta conocer mucho al autor para darse cuenta de que fue un hombre con clase, alejado de toda ordinariez, que definió su estilo a través de los paradigmas de la sintaxis elaborada y las oraciones combinadas con gran número de proposiciones, en un texto de extensión realmente largo, aunque, contrariamente a lo que en una situación errónea de percepción se puede pensar, que ha de leerse precipitadamente, con agilidad mental para no perder el hilo argumentativo, ausente de pausas de puntualización pero con largas digresiones del autor y reflexiones sobre la psicología de cada personaje, que son los latidos vitales en la tensión de toda la novela, ya que en pocas ocasiones James se olvida de alejarse de situaciones de gran visibilidad, y prefiere la aparente serenidad y cotidianidad contada a través de un tiempo interior a la novela relativamente expandido pero compuesto de pocos escenarios y cuadros, que de por sí parecerían inofensivos si no fuesen escrutados por la atenta y omnisciente mirada del genial y muy intelectual escritor. Con estas herramientas queda resumida toda la artillería _al menos en la obra tratada ahora_ de Henry James. En concreto la pone a su servicio para realizar una descripción atenta y observadora sobre dos temas de gran profundidad con base en el sexo, únicamente (muy freudiniano), es decir el lesbianismo _que no es explícito y se plantea precisamente como el clásico y peculiar "matrimonio bostoniano" de la época, las amistades románticas entre mujeres que muy a menudo se promovían desde las mismas familias, aunque no siempre se reconocían públicamente los vínculos sexuales entre las integrantes de la íntima relación que tenía su vigencia hasta que el matrimonio se concertaba con un hombre_ como tendencia frente a uno como necesidad o fenómeno surgido por la inercia, y el sufragismo como forma de liberación femenina y búsqueda de la justicia en contraposición, no absolutamente diametral y en ocasiones siendo complemento un elemento del otro, con el ansia de autorrealización y cumplimiento con los deberes para con los demás, pero no sólo en el sentido altruísta, sino en el más superficial, monetario, glamouroso...Un repaso dramático a las diferentes personalidades que pueden conformar la sociedad, sus móviles, sus acciones, y por tanto su "destino", consecuencia directa y dramática de ellas y de sus emociones enlatadas en las costumbres de la sociedad del siglo XIX. Muy recomendable si se pretende leer en un tiempo breve y con ganas de hacerlo.

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