miércoles, 24 de junio de 2009

Mi prima Eva Braun, de Sibylle Knauss


Como biografía que es, está escrita en prima persona y en pasado en su pluralidad, aunque ese pasado de hace más de medio siglo no carece de un juego en el que el presente y el futuro también toman parte.
Con una acuciada creatividad, Sybille Knauss no se limita a terminar una novela mercenaria y simple biografía de la prima de Eva Braun. No, no se trata de la clase de historia que todos los familiares-conocidos de monarquías y dictaduras acabadas están dispuestos a vender a cambio de un par de lujos, sino que es más parecido a un testimonio de una chica de inteligencia numérica, estudiante de física.
Su biógrafa utiliza las claves lingüísticas de quien sabe de qué habla. Un poco de filosofía, un poco de observación y una visión tan lúcida de la historia como de la propia historia de Marlene, la verdadera protagonista, aunque sepa compartir el escenario con la guerra, el horror, con su prima, con el deterioro de la dignidad de los seres humanos, con la desazón y con la poesía prosaica.
Un libro que inesperadamente se ha visto entre la lista de mis preferidos y entre los posibles candidatos a mi estantería. Si hubiese caído en la cuenta en el momento preciso ahora mismo tendría una lista de buenas frases y conceptos explicados con maestría en forma de oraciones. Es el don de la autora: Expresar, jugar con las palabras creando una atmósfera en la que su eje no es otro que la síntesis del alma de todo cuanto haya en el cuadro que describa.

Algunas de las piezas que he podido rescatar diseminadas en el libro han sido éstas:
Pág.129.
>>No hay nada bueno en lo impropio. Tampoco valentía.
Pág.194.
>>La discreción es la virtud del que deja que sean otros quienes dicten las reglas del juego.
>>Donde hay traición, hay también algo que se puede traicionar.
Pág.197.
>>Estoy rodeada de muros invisibles contra los que me estrello, me lastimo una y otra vez hasta que lo entiendo: a los hombres hay que tratarlos con absoluta frialdad. Ser absolutamente altivas, absolutamente ofensivas. Las reglas de la cortesía, sí, de la solidaridad, no sirven para con ellos, a menos que una se les aproxime en la actitud de quien hace un favor. Siendo enfermeras podemos ser ángeles auxiliadores y estamos eximidas del mandamiento de la altivez.
Pág.219.
>>La historia de nuestras mentiras quizá contuviera la verdadera historia. Quizá ésta pudiese leerse entre ellas.

Un libro que se lee con entusiasmo, que no se digna a la facilidad ni a la imágen sencilla, todo en él se hace arte. Indudablemente se diversifica del resto de literatura americana, británica y española, con el sello de identidad de las lenguas europeas del centro.

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