domingo, 28 de junio de 2009

Expiación


Se trata de una obra de arte sacada de una novela de Ian McEwan que en su momento empecé a leer y que no pude acabar por falta de tiempo.
Con diálogos buenos, imágenes buenas y música buena. En ocasiones se prolongan los espacios en los que se suspenden imágenes con música, humo, flores, luces...una confusión narcótica que no nos cuenta nada aparte de la intención artística del cámara. Todo esto le otorga un sabor extraño que realza la extrañez de la trama y la hacen una película fuera de lo común, digna de tenerla en la videoteca.
En los años treinta, una niña con una imaginación en plena ebullición y una curiosidad infantil hará estallar un trepidante episodio en el que la culpa la carga la testigo, el supuesto criminal sufre el castigo de un crímen ajeno, la hermana de la niña, supuesta víctima, queda confusa, en el que el verdadero malhechor sale ganando gracias a su golpe de suerte y en la víctima directa del crímen, que procura proteger a su agresor. Una historia psicológica en la que se profundiza en la cuestión de la inocencia, la de la libertad del sujeto, el poder que tenemos en las vidas ajenas y en el transcurso de los hechos y por todo ello la toma de decisiones y el arrepentimento.
Con un final desolador como la vida misma, Expiación se aísla de todo el grupo de películas convencionales y de los tópicos, mostrando un nuevo prisma desde el que exponer la intención atropológica en el cine.

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