domingo, 21 de junio de 2009

Sin destino


Sorstalanság. Fateless. El primero, en húgaro. El segundo en inglés. La productora húngara, el protagonista húngaro, el desarrollo de la película entre Hungría y Alemania, en un campo de trabajo, y los ingleses, los libertadores.
En 2002, Imre Kertész ganó el premio nobel de literatura por su trabajo semiautobiográfico 'Sorstalanság'. Esta novela fué escrita entre los sesenta y setenta y contaba la vida en los campos de concentración de Auschwitz y Buchenwald cuando tenía catorce años.
En 2005 el cineasta Lajos Koltai llevó a la pantalla la novela, bajo los citados nombres, traducidos al castellano como Campos de esperanza y Sin destino en España.
Su banda sonora es preciosa pero ilógica, puesto que mezcla una melodía positiva con otra negativa y a lo largo de la peli procura un sonido extraño en contraste con las imágenes. El creador fué el oscarizado Ennio Morricone, italiano dedicado al tema de las bandas sonoras.
Gyurka Koves (Marcell Nagy) es un chico de orígen judío que se despide de su padre cuando éste es destinado a un campo de trabajo. Varios días después comienza a trabajar. Cuando coge el autobús para ir hasta la refinería donde encuentra su empleo un policía detiene el bus y ordena a los judíos que vayan en él que se bajen. Él obedece. Una vez abajo se reúne con un grupo de chicos que han sido detenidos igualmente. Tras varias detenciones más son retenidos en una oficina por varias horas sin saber el motivo de todo ello.
'No puede retenerlos aquí, son niños, trabajan para mí y no puede dejar que no vuelvan a sus casas por la noche'. Es lo que dice el jefe de los chicos, que se acerca a la oficina para ver que puede conseguir. Pero no logra nada y el que ahora es un grupo más grande que el inicial es llevado hasta algún lugar donde pasarán la noche, unas cuadras. El policía regala una sonrisa a Gyurka. Gyurka se la devuelve. Pero, ¿a dónde les está llevando ese hombre?
Un ritmo distinto, real, progresivo, biográfico. Una imágen dorada, luminosa y capaz de captar la miseria.
Una guerra más tarde Gyurka es liberado y devuelto a su ciudad natal. No está su padre, ni su madrastra, su calle, desolada por las bombas, su casa, llena de extraños. Los familiares que le quedan sólo le recuerdan el infierno que debe haber sido su estancia en aquél campo de concentración, al igual que su amiga y un hombre que le paga el autobús que él no es capaz de pagar pues no tiene nada. Pero, lo que no saben es que detrás de las enfermedades, las palizas, el miedo, la desesperación, el hambre, la debilidad, la esclavitud, el esfuerzo, la esperanza, hay mucho más, hay personas que le han dado su amistad, hay lecciones, existe un hogar atroz, pero un hogar, que ahora abandona bajo la obligación de deber olvidarlo y de comenzar una vida nueva que no conoce y que no sabe que rumbo tomará. Pero entonces, lo confiesa, fué feliz dentro de ese campo a pesar de todo, porque ser feliz no es un estado de ánimo sino una forma de ser y una necesidad, una decisión. Y es esa decisión, la fuerza, lo que le conducirá a luchar por algo nuevo y grande.
Una película que merece la pena ver. Yo además la he visto de las películas gratuitas del videoclub de ONO. Me encanta la economía.

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